Déjenme les cuente, resumidamente, un par de hechos en los que me baso para este llamativo titular.
El documento, fechado en marzo del 2011, señala que Lucum Foundation fue constituida en Panamá en el 2008 por el gestor financiero Arturo Fasana y el abogado Dante Canonica para que actuara como sociedad instrumental o fantasma de una cuenta suiza en la que se ingresó la donación de Arabia Saudí. Canonica figuró como único administrador de los fondos hasta el 2011, cuando se formalizó un acta (titularidad real) para determinar los verdaderos beneficiarios de la sociedad. Ese hecho coincidió con la modificación en abril del año 2010, de la ley de prevención de blanqueo de capitales (no solo se modifico en España). Donde obligaba a identificar a los PEPs, personas expuestas políticamente y que esta incluía a jefes de estados extranjeros (hasta ese momento no era obligatorio).
La millonaria transferencia del rey Abdulá de Arabia Saudí entró en la cuenta número 505523 del banco Mirabaud el 8 de agosto de 2008. Solo unas semanas después, el depósito registró las primeras salidas para abonar los honorarios de Dante Canonica y Arturo Fasana. La más alta tuvo lugar el 16 de diciembre de 2010: 303.000 euros, en concepto de “gastos personales”. Solo en 2010 extrajo 1,5 millones de euros. Una cifra que equivale a unos 125.000 euros opacos al mes, siendo su dotación económica anual en los presupuestos de 140.000€.
En un segundo documento una carta dirigida a Juan Carlos I firmada por Antonio de Palma (expresidente de Mirabaud), el banquero indica al gestor Dante Canonica que “era preferible poner término a esta relación”, debido al “riesgo reputacional” que la cuenta en Suiza del monarca suponía para el banco. Desde el año 2010 Suiza dejo de ser en paraíso fiscal seguro. Ya que empezó a colaborar intercambiando información financiera (Bárcenas cayó por esto, los bancos suizos informaron de sus cuentas) por eso el amigo del rey aviso al gestor.
Si añadimos a todo esto, que la constitución de la fundación instrumental con dirección panameña y con cuenta corriente en suiza, no se hizo hasta comprobar la veracidad y el monto de la operación personalmente. Fasana se reunió con Al-Jubeir (embajador en Washington de arabia saudita) en Basilea (suiza), en la terminal de Jet Aviation y allí se intercambiaron información. Uno le dio la cantidad a ingresar (Al-Jubeir) y el otro le dio el código Swift de la cta de la empresa fantasma (Fasana). Pues eso, todo muy normal, lo que haríamos usted y yo para cobrar la nómina.
Gracias a la ley 10/2010 de prevención de blanqueo de capitales y financiación del terrorismo y a sus leyes análogas en Europa y en el mundo, hemos podido saber de quién es esa cuenta, a donde fue el dinero y quien es su destinataria.
También hemos podido comprobar que las entidades financieras se ponen nerviosas cuando lo hacen mal. Además de obligar a que los evasores tengan que hacer movimientos, rápidos y a veces no muy precisos. Y también certificar que algunos sujetos obligados se pasan la ley por el arco del triunfo y que, para algunas profesiones, sigue siendo un gran negocio la creación de sociedades y estructuras opacas, para ocultar la procedencia del dinero. ¡¡¿¿Quien dijo que esta ley no servía para nada¡¡??